La incertidumbre no tiene fronteras

Por Carlos Tejera

El nuevo año ha comenzado como terminó el anterior: con mucha incertidumbre, y grandes retos para el sector privado en Venezuela. Continúa la fuga de talento, la escasez de divisas y el incremento de costos en toda la cadena de producción. El cierre del año 2016 mostró nuevamente una caída en los niveles de producción en todos los sectores de la economía nacional, tal como lo reflejan los reportes de los comités de VenAmCham. En este contexto, muchas empresas buscan construir un nuevo enfoque y esquemas de negocios, realizando downsizing, eliminando productos dentro de sus portafolios de bienes y servicios, y buscando maneras más eficientes en la cadena de producción para poder cumplir con los objetivos generales de sus empresas.

La incertidumbre no está limitada a Venezuela. En los Estados Unidos hay preocupación por la falta de claridad de la administración Trump con respecto al comercio internacional, entre otros aspectos.  El nuevo gobierno de EEUU ha indicado que no participará en el Trans Pacific Partnership, pero que quiere negociar acuerdos bilaterales con los países involucrados bajo “condiciones justas”.  El significado exacto de “condiciones justas” está por definirse: por ahora el equipo del Presidente Trump  parece inclinarse por una visión más mercantilista donde las exportaciones son buenas y las importaciones son malas.  Esta especie de nacionalismo económico va en contra de la tendencia a la globalización que había imperado hasta ahora, y que había redundado en acuerdos de libre comercio de EEUU con varias regiones y países del mundo. En general, estos acuerdos han resultado en una situación de ganar-ganar para todas las partes, y muchos muestran resultados con superávit para los EEUU.  Pero esto no impide que la nueva administración quiera revisar el modelo comercial.  Entre otras cosas, han manifestado que desean revisar NAFTA, el acuerdo de libre comercio con México y Canadá.

¿Es justificado este aparente cambio de timón? Ciertamente se pueden señalar evidencias de competencia desleal por parte de países como China en algunos aspectos comerciales, y hay otros ejemplos a nivel global de violaciones en este ámbito.  Pero el liderazgo económico de EEUU sigue siendo muy fuerte, y si bien muchos trabajos de manufactura han migrado a otros países, el bajo nivel de desempleo y las perspectivas de crecimiento apuntan más a un cambio de características de la economía estadounidense que a un debilitamiento.  Y la migración de empleos hay que analizarla con cuidado.  Tomemos por ejemplo el caso de un iPhone 7: estudios muestran que su costo de venta es de $649, pero el costo de materiales y ensamblaje, que es el principal componente realizado en China y otros países, suman $221. Y estos componentes a su vez tienen componentes que vienen de otras partes del mundo, incluyendo EEUU. El costo de ensamblaje es de solo $5. Analistas opinan que si han migrado empleos a otros países, son de relativo bajo costo.  Esto aplica a muchos productos, y el mensaje es que EEUU no debería renunciar a un modelo de globalización que continua redundando en beneficio tanto suyo como de otros países, solo por la percepción de pérdida de empleos y productividad doméstica.

La dinámica en EEUU está causando cierta inquietud en los mercados internacionales, particularmente en México, cuya economía está muy vinculada al país norteamericano.  Sin embargo, existen muchos contrapesos y cortapisas involucrados, que consideramos mitigarán cualquier riesgo a la economía global.  Primero y principal, las instituciones y la separación de poderes en EEUU es muy fuerte, y esto obligará a que todas las voces sean escuchadas y todos los intereses sean tomados en cuenta.  Las economías de Texas y California están muy vinculadas a la de México, y esto pesará mucho a la hora de tomar decisiones económicas y fronterizas.

Asimismo, el equipo del Presidente Trump está conformado por individuos respetados en el entorno empresarial, y que seguramente podrán matizar y re direccionar iniciativas que pudieran afectar negativamente tanto a EEUU como al resto del mundo. El mismo presidente Trump ha reiterado que es pro comercio. Se tienen, pues, que tomar decisiones pragmáticas que beneficien al país y al mundo, dado el peso que tiene EEUU en la aldea global y la responsabilidad con que tiene que determinar políticas.  Por ejemplo, una eliminación de NAFTA sería un grave error, pero una revisión de conceptos tiene sentido, en vista de que el tratado se firmó en 1994 en un mundo donde no existía el e-commerce y el internet solo daba sus primeros pasos.

A diferente escala, pero más importante para nosotros, este pragmatismo y responsabilidad tiene que privar también en Venezuela.  La situación está muy grave tanto en lo económico como en lo social.  Ahora más que nunca es esencial que todos los sectores converjan en soluciones reales para recuperar la productividad, y el gobierno tiene que liderar un proceso de cambio en el modelo económico y la elaboración de reglas claras y conductivas a la inversión.  Y también ahora es aún más importante la responsabilidad social de las empresas ante las urgentes necesidades de sus empleados y sus comunidades, necesidades en las que todos tenemos que contribuir para satisfacer.

 

 

 

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